martes, 29 de julio de 2014

Sábado en el Low

EL BIG LOW (VOL. 2). SÁBADO

Segundo día de festival y todo un sábado por delante. Los lowers aprovechan las bondades gastronómicas que ofrece Benidorm para cargar fuerzas ante lo que se viene encima. Tascas, bares, arroces, pinchos y tapas, locales al menú de economías varias surten al hambriento de abundantes viandas regadas con fresquísimas cañas salidas de surtidores mágicos o el tinto del verano más pop de la costa mediterránea. Los más afortunados disfrutan de brevísimas siestas antes de afrontar los nuevos retos que ofrece el cartel. El Low promete hoy una travesía bien distinta, en una misma jornada se unen bandas que apuestan por contenidos algo espesos, muy trabajados y profundamente barrocos a primera vista no aptos para todos los lowers. Las exigencias de Massive Attack para impedir que nadie más tocara en el recinto mientras ofrecían su show, las pagaron curiosamente las dos bandas que regalaron los directos más entretenidos de la noche. Corizonas, obligados a reducir el tiempo de su actuación, demostraron que también se puede hacer surf en Madrid con su sonido de nacimiento californiano, bañado por las olas de la costa Este y recubierto con los aires de la meseta manchega. La curiosidad mitómana recordará que el nombre de la banda nace de la contracción del nombre de la población californiana de Corona, donde Fender construyó sus míticas guitarras hasta que en 1991 trasladó la sede de la empresa a Arizona. 




Desde Murcia llegó Second,  que empezaron con casi 20 minutos de retraso y sin descuento en el final por honrar a Massive Attack. Posiblemente por ello decidieron, contra todo pronóstico, iniciar la abreviada sesión con su hit futurista 2502, enfundados en sus uniformes de inspiración Devo modelo evolucionado de El Aviador DRO para entonar su divertido pop saltarín. En el estadio central los Massive jugaron para ganar con todo a favor, contando con el factor campo consiguieron los tres puntos con eficacia. Ofrecieron la victoria a los suyos en medio de un lleno incontestable en la ciudad deportiva Guillermo Amor. El luminoso espectáculo que acompañaba a su puesta en escena fue el motivo de la restricción de otras actuaciones. Paradójicamente un montaje de denuncia social, contra la guerra o las marcas y multinacionales que aúpan el capitalismo reinante perjudicó el trabajo creativo de dos bandas españolas más modestas en medios que los grandes gurus del Trip Hop. Los de Bristol aderezaron su directo exquisito compaginando novedades con clásicos como Teardrop, Angel o Unfinished Sympathy que congeniaron el delirio general desde el césped a las gradas, llenas para la ocasión como en ningún otro encuentro. 



Más difícil lo tuvieron The Horrors, sus lúgubres ritmos post punk no encontraron el mejor momento para su programación cuando la noche aún no había llegado a caer del todo en el escenario principal. Faris Badwan paseó desgarbado su estudiado desaliño y cuidado ropaje como el fantasma de un cuento gótico. La oscuridad se adentró en la espesura del parque con El Columpio Asesino, que desglosó su personalísimo repertorio de letras siniestramente elegantes y fondo denso, reservado a aquellos que quieren adentrarse en las profundidades del punk rock inspirado por la Velvet Underground pasado por el tamiz de Sonic Youth o Joy Division. Una preciosa joya fiel a su acta fundacional lanzada al mundo en 1999 desde Pamplona. Mucho más directo y transparente es el pop rock ofrecido por los madrileños The Parrots, una banda en alza que se presentó en el escenario Wiko destinado a formaciones de menor predicamento entre la audiencia. El Low superó su ecuador con un nuevo pleno ante una apuesta ciertamente arriesgada. Suma y sigue. 


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