Más allá de la música, un
concierto de Bruce Sprinsteen es
todo un ejercicio de épica y emociones compartidas con la entrega total que
transmite El Boss. En cada canción
su garganta se desgañita como si fuera la última frase del último concierto del
mundo mientras rasca la guitarra o saca la nota más nítida posible de su
harmónica, al tiempo que exige la misma respuesta de un público que por
supuesto responde hasta la afonía entonando los himnos que el director de The E Street Band organiza. Como decía
mi amigo Vicent “con un solo gesto mueve a 60.000 personas”. La esencia de todo
está en unas composiciones que ganan fuerza con los años nacidas para sonar en
grandes estadios. Una fuerza unida a la poética de las letras del maestro de Long Branch llenas de sensibilidad,
baños de realidad y gente sencilla, que recuerdan como su genio no se basa sólo
en la contundencia que exhibe con generosidad sobre el escenario.
Vicent, Pili, Fèlix, Fanni, Capella, Marta |
La tarde empezó con una
ciudad pendiente de lo que ocurría en otra. La Liga del Barcelona se decidió finalmente en Granada el mismo día en que El Boss arrancaba su gira europea en el
Camp Nou. Pacientemente iniciamos el
periplo bajo un chubasco que a nadie amilanó mientras los miles de aficionados
a Springsteen hacían descomunales colas con paciencia estoica, ante unas
extrañas medidas de seguridad que simplemente se basaban en la reducción de los
accesos y una escasa cantidad de personal dedicada a vigilar a los asistentes. Al
tomar asiento comprobamos que había varios casos de un extraño overbooking, con
varios espectadores que tenían exactamente las mismas localidades. El personal
de seguridad se enfrentó como pudo a estos entuertos de la picaresca nacida a
los calores de internet. La precaria intendencia también provocó al principio colas
excesivas para acceder a unas bebidas de precio estratosférico a causa de la
reducción de personal y de los surtidores (de cerveza).
El mejor bálsamo llegó cuando
El Boss apareció ataviado con su característico chaleco negro y dijo aquello de
“bona nit Barcelona” arropado por los supervivientes de The E Street Band. Era las 21.17 de un sábado de mayo que nuevamente
quedara marcado en el registro de los emociones de todos los que vivimos la
experiencia, seducidos por la fuerza de un hombre aferrado a su guitarra,
entregado a su banda y con una energía por la que parece ser que no pasan los
años. El encuentro empezó con evidente
intensidad con el “abreconciertos” Badlands, un himno
al trabajo duro donde Steven van Zandt
acompaño en el micro a su director mientras crecían los primeros “oh,oh,oh,oh…”
coreados por las más de 60.000 voces que dirigía el Boss. Pronto evidenció que la
única transición entre canción y canción sería el clásico “one, two, three,
four…” sin derecho al descanso entre tema y tema. La selección de dejó claro
que la oferta recorrería los mejores y
más reconocibles momentos del creador, que al poco entonó Surrender.
Al poco se evidenció un pequeño desfase de audio, de apenas unos frames, entre
la música y la señal de vídeo de las pantallas gigantes de vídeo que acercaban
lo que pasaba en el escenario a los lugares más recónditos del Camp Nou.
Más o menos cumplida la
hora de la intensa experiencia empezó con The River, el álbum que
da motivo a la gira por el 35 aniversario del mítico doble disco, casi los
mismos que han pasado desde la primera actuación de Springsteen en Barcelona.
La revisión incluyó la mayor parte del temario, no faltaron Ties that bind o Sherry Darling . Hubo tiempo para mucho más momentos gloriosos y
peticiones del público de primera fila que arrancaron el I’m going down y Glory Days.
Glorioso se mostró en todo el momento “el jefe” que literalmente se unió al
público en varias ocasiones y llegó a subir a dos entusiasmadas fans al
escenario. No faltó de nada entre
clásicos como Dancing in The Dark, Born In the USA o Born To Turn, que fueron
apareciendo de frenéticamente en un maratón cada vez más acelerado donde
entregó un cuidado homenaje a Prince
con la versión de su emplemático Purple Rain en
format E Street. Otros curiosidades fuera de programa incluyeron Because the Night,
tema que Springteen escribió junto a Patti
Smith en el 78, y el festivo baile de Shout
originalmente grabado por los Easly Brothers, 1959.
El tiempo no tiene
concesiones para nadie y un día u otro la fiesta tenía que acabar. Después de
casi 3 horas y media y avanzando un primera despedida, el Boss que había dejado
a todos afónicos intentando seguirle decidió hacernos un último regalo con Twist and Shout que
ya culminó su concierto en el Camp Nou en 1988. Aquel fue mi primer contacto
con un concierto del Boss, que sobrepasó las 4 horas de duración. La marca del 2016 no está nada mal y sigue
siendo increíble. Ahora las luces que acompañan las baladas ya no provienen de
los mecheros sino de la luz de linterna de los móviles, todos que estábamos en
aquel concierto del 88 hemos notado el paso del tiempo, todos excepto uno… Bruce
Springsteen sigue invicto en el Camp Nou arrasando con una fuerza de apariencia
inagotable y gloriosa. Lo suyo es algo más que música.