La temporada de festivales, como las lluvias en verano, se adelanta cada año. Tal vez a causa del calentamiento global, que avanza inexorable, o quizás por la inercia de una vida que exige novedades de manera inmediata los acontecimientos se precipitan. La previsión anuncia, no obstante, que el FIB llega a su hora. El Festival Internacional de Benicàssim cumple 21 años consolidando su posición como decano de los certámenes versión macro. Desde su incipiente nacimiento en el Velódromo de la ciudad castellonense, la apuesta por la escena más alternativa ha sido hábilmente combinada con valores seguros entre las tribus indie. Una prueba más es la inclusión entre los cabezas de cartel de tres colosos nacidos en los 90, todos ellos originarios de las islas donde el té se toma siempre a las cinco y la reina es eterna. El ejemplo máximo de los llamados grupos de culto noventeros es Portishead. En más de 20 años les han bastado tres discos para convertirse en iconos de la after modernidad, su magisterio lo vale. Dummy fue el primero con su deslumbrante oscuridad, que renovó la escena del Bristol sound para internacionalizarla. Le siguió el homónimo Porstishead, que avanzó por caminos más arenosos y el tercero fue llamado como no podía ser de otra manera Third. Es la personal trilogía, adobada con algunos remixes, de un grupo que ha sabido sacar el máximo partido a sus samplers y su revolucionaria manera de programar la música electrónica, que fue llamada trip hop porque alguna etiqueta hay que poner, aunque a ellos no les guste. Una legado viviente que ha pasado a integrarse en la cotidianidad más cercana, generando derivados ciertamente inocuos que sirven de relleno a los hilos musicales de las consultas de profesionales de la ortodoncia y los ascensores más cool. Mucho mejor ver a los originales y además en directo.
En el otro extremo de la
balanza se sitúa Prodigy, con sus
guturales cantos que parecen proceder de un intestino atormentando llevando los
ritmos electrónicos por los derroteros más hardcore posibles. No es su primer
desembarco en el FIB, a diferencia de Portishead sí tienen más de tres discos y
en esta ocasión presentan trabajo nuevo, The
Day is my Enemy, cuyo título deja clara la filosofía de vida diaria de sus
contundentes ritmos siempre llenos de energía. Más melodiosas son las
propuestas eternamente pubescentes de Blur,
sus guitarras y voces post beat evocan los tiempos gloriosos del brit pop
que aún sigue dando juego. La diversión está también asegurada con Kaiser Chiefs, veremos si Ricki Wilson vuelve a escalar a lo más
alto del escenario ascendiendo por la torre de luces, como hiciera en 2013. No
faltará a la cita de Benicàssim Noel
Gallagher, uno de los representantes de la otra banda que competía, más o
menos ficticiamente, por liderar el género. El rostro más afable de los
colíderes de Oasis frente a su irascible
hermano Lian se presenta el certamen escoltado por sus High Flying Birds
A la terna se une una
propuesta más reciente pero de éxito ciertamente consolidado. Florence and The Machine, desplegará
su folk armonioso y orquestado sobre las arenas de Benicàssim. Desde 2007 la
melena pelirroja de Florence Welch
viene desplegando sus encantos y su voz cándida, elegante y al mismo tiempo
decidida, con la que sigue llenando recintos, entre ellos el Royal Albert Hall en
el centro del sacro imperio británico. La visita es deuda después de suspender
su primera asistencia prevista para el FIB 2012. Y entre los que repiten una
vez más están Los Planetas, siempre
muy bien recibidos en uno de sus ambientes naturales, como auténticos máximos
exponente del indie patrio, con ellos seguro que será un buen día.
Por supuesto no hay que
perderse la siempre insospechada puesta en escena de Joe Crepúsculo, que desde su ignota seriedad presencial augura
siempre buenos motivos para la fiesta que siempre suena brillante al mando de su
fábrica de baile. Y como manda la tradición Aldo Linares rubricará el acto final. Desde la primera edición del FIB y los tiempos gloriosos de la
sala Maravillas se encarga de clausurar oficialmente el
festival (oficiosamente la cosa suele alargarse algunos días para los más
impulsivos) con su sesión siempre eclécticamente sorprendente más allá del
tiempo y del espacio. Al menos eso es lo que dice la previsión que incluye
hasta 100 propuestas diferentes en el cartel. Una programación que augura
buenos tiempos para la música este verano en Benicàssim.
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